En la fotografía moderna hay una paradoja fundamental. Nunca antes había sido tan fácil captar una imagen, pero cuanto mas se populariza la fotografía, menos comprendemos su funcionamiento. hoy podemos tomar instantáneas con el teléfono móvil, la tableta, cámaras compactas y SLR. Cuanto mas sencillo resulta hacer una fotografía, mas compleja es la tecnología que hay detrás y mas complicado es distinguir el toque personal del fotógrafo.
Hoy, todo el mundo es fotógrafo; todos los acontecimientos, desde cumpleaños a eventos deportivos o conciertos, están perfectamente documentados. Podría parecer que la realidad nunca se ha plasmado con tanta precisión. ¿Pero es así en realidad?.
En un mundo dominado por las imágenes, esta paradoja de la fotografía nos ha llevado a la homogeneización de la cultura visual. un reducido número de fabricantes de cámaras produce todo el equipo que utilizamos para retratar nuestra realidad, incluso en el caso de la fotografía analógica, unos pocos procesos se han convertido en el estándar de la industria. Aunque existe una variedad casi infinita de sujetos fotográficos, de los miles de millones (¿billones tal vez?) de imágenes que se captan cada mes, casi todas se hacen con el mismo equipo y, si se imprimen, también se utiliza la misma tecnología. En su forma original y mas pura, la fotografía requiere solo una sencilla combinación de ingredientes básicos: luz,un orificio de algún tipo y un medio para registrar la imagen. con esa simple fórmula, las posibilidades para experimentar son casi infinitas.
Desde una clara de huevo, hasta una bobina de Tesla, flores o productos químicos complejos, las posibilidades para revelar imágenes son infinitas, lo que obliga al fotógrafo a convertirse en botánico y químico, en artista y mago, en teórico y constructor.
Fuente: Fotografía Experimental.
Editorial: Blume.
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